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“Tomar decisiones es elegir el problema con el que queremos convivir”

Lucio Traverso (IAE) analiza las diferentes aristas que componen uno de los ejercicios más frecuentes en la vida: elegir qué desafio enfrentar.
Motivar | Facundo Sonatti
Por Facundo Sonatti 1 de enero de 2018 - 00:48
Traverso. “Decidimos sin la información necesaria”. Traverso. “Decidimos sin la información necesaria”.

La toma de decisiones es algo de todos los días.
Así, quienes se propongan hacer una colocación financiera, segmentar el mercado, estudiar un producto o instalar un nuevo layout en el local, podrían inclusive tomar cursos para avanzar con más firmeza en la materia.
Ahora bien, ¿cuántos de ustedes realmente suelen capacitarse en lo que hace a la toma de decisiones?
Este tema fue abordado en el 6° Congreso Argentino de Nutrición Animal realizado en 2017, por el profesor de la Escuela de Negocios IAE, Lucio Traverso.
“La toma de decisiones es el paso previo a la acción; es una capacidad personal que se puede desarrollar a partir de herramientas y metodología. Pero antes que nada es clave tener conciencia de lo que esto representa”, afirma Traverso.
Y completa: “La toma de decisiones no es otra cosa que elegir constantemente el problema con el cual queremos convivir. Los problemas están siempre entre nosotros y generalmente son consecuencia de decisiones que se tomaron en el pasado”.

No hay una solución óptima
Queda claro que no todas las decisiones tienen la misma importancia.
De hecho, la enorme mayoría de ellas son tomadas de manera impulsiva y están basadas en la emocionalidad. Para Traverso, muchas decisiones no son tan previsibles y siempre nos falta tiempo e información antes de tomarlas.
“En términos de representar una virtud, la prudencia de los directivos al tomar decisiones termina siendo el punto medio entre aquellos que jamás deciden y los temerarios que, primero hacen y luego se preguntan por qué lo hicieron”, asegura el experto. “Las decisiones tienen mucho que ver con quiénes somos y en el momento en el cual estamos”, agregó Traverso, para luego ilustrar la situación.
“Nunca llegaremos a la decisión óptima sino a la mejor posible con los elementos que tengamos disponibles en ese determinado momento. La emocionalidad nos lleva muchas veces a orientar la toma de decisiones hacia lo que en realidad, queremos que suceda”, señala Traverso.
Y sigue: “Existen muchos estudios que confirman que la decisión se toma a partir de las sensaciones, incluso después de hacer todos los análisis racionales del caso”.
Para el especialista, tomar decisiones no se trata de observar una foto sino del transcurrir de una película, donde se suceden una serie de circunstancias que nos llevan a un resultado. En ese sentido, nos explica: “Los hechos de la realidad no son ni buenos, ni malos. Es decir, no es importante la realidad sino lo que hacemos con ella. Acá entran a jugar los sesgos y condicionantes personales. Insisto, no hay una solución óptima, sino la interpretación; una realidad y las consecuencias de los actos que se toman en base al contexto”.

La vida como escuela de aprendizaje
“Mucho más allá de lo que digo, soy lo que hago”. Muchos decimos lo que queremos que oigan de nosotros, pero terminamos mostrando más por lo que hacemos.
“¿Sos consciente que mucha gente ve más de vos de lo que crees que ven, a partir de tu comportamiento? ¿Podes afinar tu lectura de los comportamientos para saber mejor quién es el otro?”, dispara Traverso.
La mayor escuela para dar respuestas a estos interrogantes es la vida misma.
“Muchas veces, debemos tomar decisiones sin tener la información necesaria para hacerlo correctamente. Por eso cada uno debe estar preparado para -en su posición- poder resolver razonablemente aquellos dilemas para los cuales no hay un resultado concreto”, analizá el referente en la materia.
“Como director de Marketing, administrativo, en la pata comercial o al frente de un local, nuestros jefes esperan siempre que logremos conducir una situación de incertidumbre”, lanza Traverso.
Y advierte: “La incertidumbre genera ansiedad, miedo, adrenalina y parálisis. Si no encontramos mecanismos para sentirnos confortados con la realidad, nos veremos emocionalmente afectados”.
A modo de paliativo, el experto recomienda contar con un soporte donde apoyarse; una persona de confianza… Un ámbito en el cual poder desarrollar la competencia de la prudencia.
“Estar confortados con la decisión que se toma tiene que ver con un proceso a través del cual se analizó, calificó y elaboró una serie de alternativas que me acerquen a la solución. No tiene con elegir mejor o peor, sino con la posibilidad de rever por qué estuvimos acertados o no una vez que haya pasado el tiempo”, agrega.

La prudencia como virtud
“No hay que tenerle miedo a la incertidumbre porque es el espacio de la libertad”, reflexiona Traverso.
Y agrega: “La capacidad de tomar medidas prudenciales debe tratar de convertirse en virtud para que, con el paso del tiempo, se transforme en un mecanismo automático”.
Para el profesor de IAE, el desafío ante cada dificultad es poder convertir toda esa ansiedad.
“Aún no lo resolví, pero ya sé cómo voy hacerlo”…
“Hay que tener en claro que los problemas nunca se van a resolver en el mismo nivel en que se nos presentaron. Muchas veces tomamos desafíos sin medir las dificultades reales que los mismos conllevan. Sin embargo, uno puede ser protagonista o víctima ante cada situación. Es decir, direccionar la acción o poner el problema en el otro”, aseguró como reflexión final a su disertación el referente del IAE, Lucio Traverso.

Este artículo fue publicado en la Revista 2+2 (Agosto 2017). Disponible en www.dosmasdos.com.ar.

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