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INTENSIFICACIÓN, MANEJO Y CONTROL EFICIENTE DE ENFERMEDADES

Plan sanitario en tambo: “ganan los que invierten y previenen”

Una alta rentabilidad en el tambo no es solo para los productores de gran escala. Quienes planifican, organizan, y trabajan codo a codo con profesionales en sanidad animal, logran también números destacables.
Motivar | Solana Sommantico
Por Solana Sommantico 1 de marzo de 2020 - 00:25
Glauber: “En los sistemas intensivos actuales hay una mayor predisposición a contraer enfermedades”.

 

 

Especialistas en el rubro estiman que este año la lechería argentina no saldrá de las cifras que se vienen sosteniendo en las últimas dos décadas.
Productivamente, quizás siga dentro de los mismos niveles sin grandes cambios, aunque siempre están las ganas de levantar cabeza y apostar por una producción más eficiente en la relación “costo – beneficio”.
Es sabido que hay menos tambos —de una magnitud mayor—, con un nivel de producción individual que se da en función a los cambios en los sistemas productivos, el manejo involucrado y la labor en conjunto entre profesionales y productores.
MOTIVAR dialogó con dos referentes que dieron sus recomendaciones a la hora de plantear un plan sanitario básico, eficiente, sencillo y abarcador, que garantice una mayor producción en el tambo. No solo involucra las enfermedades a tratar, sino también la simbiosis “productor – veterinario”.
“El manejo reproductivo en los rodeos lecheros es un parámetro esencial en la rentabilidad del tambo”, dijo Claudio Glauber, asesor veterinario, especialista en sanidad animal y docente de la Facultad de Veterinaria de la UBA. Tal es la importancia del tema, que la fertilidad del rodeo requiere seguimiento y control permanente, junto con indicadores que permitan la detección rápida de problemas. “Actualmente causan inconvenientes en los resultados reproductivos, los sistemas intensivos de producción, el estrés al que son sometidos los animales y el progreso genético” explicó. Y resaltó que “si a ello se suma un errado manejo sanitario, el resultado puede ser grave”.
En línea con el especialista de la UBA, Pablo Marini, de la Facultad de Ciencias Veterinarias de la UNR en Casilda, detalló a MOTIVAR que “en los últimos 30 años se viene dando un cambio en la forma de producir, tendiendo cada vez más a la intensificación de los sistemas”.
“Esto provoca una mayor competencia entre las vacas por espacio y alimento, lo que genera estrés y una mayor predisposición a contraer enfermedades. No solo eso, sino que también disminuye la vida útil del animal, con descartes voluntarios más frecuentes, comparado con un sistema a pasto”, mencionó Marini.

No puede faltar en el plan sanitario

Control de Brucelosis: Es una enfermedad infectocontagiosa producida por la bacteria Brucella abortus, que afecta principalmente a las hembras bovinas en edad reproductiva, provocando abortos. En Argentina, la vacunación obligatoria se realiza a las terneras entre el tercer y octavo mes.
Glauber destacó “los cuatro mandamientos” para garantizar un rodeo sano en este sentido: 1) Vacunación a las terneras con la vacuna Brucella abortus Cepa 19, en simultáneo con las campañas de vacunación antiaftosa y bajo una estrategia regional. 2) Serología a todas las hembras multíparas adultas en el tambo: una o dos veces al año. 3) Asegurarse que los animales de reposición que ingresan vengan de campos libres de brucelosis y tuberculosis. 4) Vigilancia epidemiológica: determina que todos los establecimientos procesadores de leche y fabricantes de productos lácteos deben realizar seis monitoreos anuales a sus tambos proveedores. En casos positivos, deberán en forma inmediata comunicarle al productor y a su veterinario acreditado.

Tuberculosis bovina: es una enfermedad infecto – contagiosa producida por la bacteria Mycobacterium bovis, que puede transmitirse a otros animales como los porcinos, ovinos, camélidos, caninos, felinos, animales silvestres e inclusive al hombre.
Por tratarse de una enfermedad zoonótica, se considera de riesgo profesional y puede afectar a trabajadores rurales, de la industria frigorífica, tamberos y veterinarios. “No hay vacuna para esta enfermedad. Lo único que queda es prevenir a través del diagnóstico que se llama tuberculina, que se hace después del tercer mes de vida, con un intervalo de entre cuatro a seis meses”, explicó Glauber. Y agregó: “el animal que da positivo, se rechaza del rodeo, además de que la industria bonifica al productor por tener un rodeo libre de la enfermedad, junto con la brucelosis”.

Rinotraqueitis infecciosa bovina (IBR) y Diarrea viral bovina (DVB): La IBR es producida por un herpesvirus bovino-1 (BHV-1), y la DVB por un pestivirus, ambas inmunoprevenibles mediante un programa estratégico.
Ambas producen trastornos reproductivos, abortos y mortalidad embrionaria.
“El control de IBR implica un adecuado manejo: minimizar el estrés y vacunar todos los años para lograr un progresivo nivel inmunitario. Las vaquillonas deben vacunarse 60 días antes del servicio con doble dosis y con intervalo de 3-4 semanas”, detalló Glabuer. Según el especialista, hay dos opciones para la DVB: vacunar únicamente contra el virus pre parto o vacunar junto con otro complejo de otras enfermedades en pre servicio. “El veterinario recomienda una sola dosis al año, o dos dosis, dependiendo si hubieron o no antecedentes en el campo. Si ve que hay riesgo, recomienda vacunar antes y después del parto” (para las primovacunadas siempre son dos dosis).

Mastitis: Ambos veterinarios coincidieron en que la mastitis es la enfermedad que trae mayores pérdidas económicas en los establecimientos lecheros. Se trata de una etiología multifactorial que afecta a las vacas lecheras, en la mayoría de los casos, por errores de manejo preventivo.
De todas formas, Glauber remarcó que no hay tambo que no tenga mastitis, y que la clave está en controlarla de forma tal que no haya más de 200.000 células somáticas/cm3 en el tanque de leche.

Neosporosis: es la principal causa de abortos en el tambo. El bovino puede abortar en el transcurso de su preñez, o le puede transmitir a la cría la enfermedad y cuando alcance la adultez, llegar a abortar. “No tiene vacuna ni tratamiento. Por lo tanto, hay que tener mucho cuidado con los animales que ingresan al rodeo”, comentó.

Marini: “El manejo reproductivo es un parámetro escencial en la rentabilidad de los establecimientos lecheros”.

Recetar y listo, no soluciona nada

Según ambos profesionales se pueden encontrar dos tipos de veterinarios: el que trabaja en planificación y prevención sanitaria – que va una o dos veces por mes al establecimiento- y el “curativo” o “bombero”, que atiende desde su local o va al tambo cuando lo llaman.
A modo de ejemplo, Glauber dijo que hoy en día hay muchas pérdidas por estrés calórico. “El veterinario ‘preventivo’ le explica al productor las metodologías y opciones para prevenir o mitigar el estrés -como poner sombra, aspersores, cambios en la dieta- y el otro, de perfil más ‘curativo’ no pone el foco en estas situaciones y soluciona problemas del momento”.
Marini, por su lado, comentó que en la actualidad están trabajando con una línea enfocada en la utilización de inmunomoduladores. Es decir, intentar que los animales traten de resolver las patologías que aparecen con más frecuencia, sin usar tanto antibiótico. “Para esto debe haber prevención, con un enfoque más integral. Nada pasa por que si o al azar”.
Igualmente, hay que ser realistas: la presión de los veterinarios y asesores es bastante fuerte en la coyuntura, y se va perdiendo la mirada integral del problema. “El productor requiere soluciones inmediatas, entonces el asesor tiene que resolver sea como sea” afirmó nuestro entrevistado, y aclaró que no es lo ideal este perfil.
Coincidiendo con Marini, Glauber dijo: “Mi recomendación es apostar por un perfil de veterinario que haga prevención y planificación, junto con un plan sanitario para cada tambo en particular, separando por categorías para vacunar”.
Cabe destacar que este veterinario también participa en cuestiones relacionadas con la salud pública, evitando que se dispersen enfermedades zoonóticas. Por lo que su labor debe ser muy minuciosa.

Mirar más a largo plazo

Un dato que brindó Glauber a MOTIVAR es que aproximadamente un 50% del total de productores lecheros no se manejan con un veterinario permanente. “Llaman al profesional frente a una urgencia, para apagar el fuego”. La otra mitad está conformada por los tambos más de punta, donde trabajan con veterinarios especialistas en mastitis, reproducción, pietín, y demás, que se encargan de resolver problemas puntuales.
“El productor que invierte y previene, al final de cuenta gana más plata que el que tapa incendios”, resaltó Glauber. Mientras que su colega considera que, en general, el productor está dispuesto cada vez más a invertir, aunque quiere ver un resultado inmediato que muchas veces eso no sucede.
Marini brindó también su visión acerca de los “Millenials”: “Con los grupos que tenemos con hijos de tamberos o productores, es distinto. Tienen una mirada abarcativa y entienden más la importancia de prevenir”.
“No solo buscan la adopción de tecnologías de insumos sino también de procesos. Tienen otro manejo de la información. No ven solo aplicar y resolver, se toman un tiempo para reflexionar y planificar”.
Podríamos resumir en que la clave de un correcto plan sanitario básico consiste en el manejo preventivo del rodeo con las estrategias vacunales adecuadas a cada región y para cada sistema. Esto resulta elemental para aumentar el rendimiento productivo.
A todo esto hay que sumarle un control y diagnóstico permanente. Más allá de aquellas enfermedades a las que legalmente se les exige control, los profesionales consultados recomiendan poner el ojo en todas las patologías mencionadas para generar la menor pérdida posible. Sobre todo, en las categorías jóvenes, que se enferman casi exclusivamente por falta de prevención.

 

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