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JUSTOS POR PECADORES

“Los escraches a los veterinarios son delitos de calumnias e injurias”

Las denuncias y difamaciones sufridas por veterinarios de todo el país a través de las redes sociales es una preocupación creciente dentro de la profesión. En esta nota, analizamos las razones de este fenómeno.
Por Guadalupe VarelliGuadalupe Varelli 1 de febrero de 2021 - 00:31

Un fantasma acecha a los veterinarios de pequeños animales. No se trata de un problema nuevo pero, por diversos motivos, ha tomado mayor visibilidad en los últimos meses. Los escraches a veterinarios en redes sociales tienen a la profesión movilizada. Diversos Colegios y Consejos profesionales de toda la Argentina han publicado cartas y solicitadas, dando a conocer protocolos de acción, y lanzando la campaña “Decimos no a la violencia”, que fuera apoyada por veterinarios de todo el país.
Para graficar la situación, Walter López, vicepresidente del Colegio de Veterinarios de Córdoba, le explicó a MOTIVAR: “Los veterinarios nos vemos desprotegidos frente a los ataques o escraches digitales que podemos sufrir de parte de personas que desconocen la complejidad de la tarea que realizamos. Esto puede afectar directamente nuestra reputación, como también nuestro ámbito personal y estado emocional”. MOTIVAR se hizo eco de esta preocupación y decidió hacer algunas preguntas. ¿Qué motiva los escraches? ¿Hay realmente más casos que en el pasado? ¿Cómo deben actuar los profesionales ante una agresión? ¿Cuál es la responsabilidad que le cabe a los colegios? ¿Y a los veterinarios?
Las respuestas no son simples, pero aportan un poco de luz a la problemática.

Panorama

Los escraches públicos no son un problema exclusivo de los veterinarios y nacen del doble filo con el que las redes sociales atraviesan el tejido social. Por un lado, ayudan a visibilizar problemas o situaciones que antes quedaban en las sombras y contribuyen al ejercicio de la libre expresión y el debate público. Como comentó a MOTIVAR Walter López, también juegan un rol importante en la promoción de la profesión veterinaria, ya que permiten mostrar los consultorios, difundir los servicios prestados y compartir casos entre colegas. Por otro lado, cualquiera puede cometer delitos escondida detrás de un seudónimo, como el grooming, el phishing, la suplantación de identidad, la extorsión y el acoso.
Los escraches a los veterinarios son delitos de calumnias e injurias que, según la información proporcionada a MOTIVAR por la Federación Veterinaria Argentina, están tipificadas en el Código Penal como delitos contra el honor. Se trata de expresiones que “afectan el prestigio, la dignidad y/o la reputación de las personas físicas” (Ver recuadro). Calumniar es acusar a otro falsamente de haber cometido un delito, e injuriar es deshonrar o desacreditar intencionalmente a una persona.
Entonces, siendo que es claramente un delito, ¿por qué es tan difícil de controlar la difusión de información falsa a través de las redes sociales? Las razones son múltiples, pero hay una que predomina, y es que se pone en juego la libertad de expresión, un derecho fundamental en las sociedades democráticas que se defiende a capa y espada.
Sin ir más lejos, cuando la Defensoría del Público anunció en octubre del año pasado la creación de NODIO, el observatorio de medios y plataformas digitales que busca controlar la circulación de información falsa o maliciosa, las reacciones negativas fueron inmediatas. Tan así fue que, apenas tres días después de anunciar su lanzamiento, tuvo que emitir una nueva comunicación explicando que no tenía la intención de limitar la libertad de expresión.

En Buenos Aires

Sobre todos estos temas dialogó MOTIVAR con Osvaldo Rinaldi, presidente del Colegio de Veterinarios de Buenos Aires, quien siente que estamos en medio de una paradoja. “Cuando el gobierno quiere intervenir y toma una medida de esa naturaleza todo el mundo sale con los tapones de punta porque temen que se coarte la libertad de expresión. Las redes sociales, que son empresas privadas, funcionan bajo el principio básico de la no intervención, aunque paradójicamente se cerraron todas las cuentas a Trump (Donald, presidente de los Estados Unidos) cuando esas empresas sintieron que estaban frente a una amenaza para los Estados Unidos”, reflexionó Rinaldi. Y agregó: “Eso nos muestra que sí existen los límites, pero cuando lo que está en riesgo es un derecho individual, como el buen nombre de un veterinario, no se tienen en cuenta”.
A este cuadro general debemos sumarle el papel que juegan los medios de comunicación, que se hacen eco de escraches y denuncias sin verificar la veracidad de la información ni dar la oportunidad de expresarse a quien recibe las acusaciones, generalmente falsas. Sin ir demasiado lejos, los últimos tres casos que tomaron notoriedad pública: en Buenos Aires, a través de Crónica TV; en Salta (conflicto que llegó hasta el diario Clarín); y en Misiones, difundido por el medio digital Misiones Cuatro, tuvieron intervención de la justicia y se demostró que, pese a los escraches sufridos por los veterinarios, en ningún caso hubo mala praxis.

Unidos. Veterinarios de todo el país se sumaron a la campaña digital “Le decimos no a la violencia”, con el objetivo de destacar una problemática que los preocupa y cuya difusión en redes sociales se viraliza rápidamente.

Desencuentro

No hay datos que confirmen la sensación de que los casos de escraches públicos se hayan incrementado en los últimos años. De hecho, el presidente del Colegio de Buenos Aires informó que durante 2020 se recibieron solo 5 consultas por parte de matriculados, que resultaron víctimas de escarches en redes sociales.
Sin embargo, el reclamo de los profesionales hacia sus instituciones crece.
Buscar una solución empieza por comprender el problema y la pregunta se hace ineludible: ¿qué motiva a los escraches? Por regla general, hay 3 grandes razones:

  • Supuestos casos de mala praxis.
  • La mala costumbre de los ciudadanos de reenviar información sin verificar su veracidad.
  • La demanda desmedida / insatisfecha por parte de los tenedores de mascotas hacia los profesionales.

El vínculo creciente que establecen las personas con sus mascotas los lleva a esperar que, ante un problema de salud, sean atendidos con la misma urgencia y gravedad con la que se atiende a los pacientes humanos. El problema radica en que, si bien los veterinarios en general actúan con el criterio profesional adecuado, eso no es percibido por quien acude a la consulta.
Rinaldi cree que una de las causas de este desencuentro radica en que los veterinarios suelen no brindar la información detallada y completa sobre lo que está pasando con el animal y no están capacitados para ofrecer la contención que esa persona necesita. “Tenemos que hacernos eco de que parte de esa responsabilidad es nuestra, la profesión tiene que asumir este problema porque si bien los escraches existieron y seguirán existiendo, nosotros podemos hacer algo para que se minimicen”, declaró el presidente del CVPBA.
En este punto y desde el Colegio Veterinario de Córdoba, Walter López, considera que “si bien es una realidad que nuestras mascotas realmente son parte de las familias, y eso es algo que hay que festejar, todavía hay personas que se acuerdan de “humanizarla” cuando ya están muy enfermas”. Así es que sucede que llegan animales a la consulta con cuadros graves, avanzados, y esperan que el veterinario obre milagros.  “La mayoría de las veces esas quejas no tienen fundamentos porque los animales se mueren por la gravedad de la enfermedad”, declaró Rinaldi, pero agregó: “Más allá de esto, tenemos que preguntarnos si el veterinario le dio la contención y la información que necesita esa persona para entender la causa de la muerte del animal”.
López declaró que “las expectativas pueden ser tantas como personas haya, por eso tenemos que ser cuidadosos en que el responsable del animal comprenda en qué situación está el paciente, cuáles son las limitaciones de la técnica, cuál es el pronóstico y, una vez explicado esto, hacer firmar las autorizaciones pertinentes”.
Las expectativas llegan incluso a esperar que los veterinarios atiendan a los pacientes sin honorario alguno. “Hay gente que está convencida de que somos servidores públicos que tenemos que trabajar gratis (por amor a los animales) y no debemos cobrar honorarios por hacerlo”, señaló Rinaldi.
De fondo, se percibe una demanda insatisfecha por la cantidad de animales que quedan si acceder a la salud por la incapacidad de pago de sus cuidadores.
Así es como los veterinarios terminan cargando sobre sus espaldas un problema que no les corresponde resolver. Mientras tanto, pagan justos por pecadores.

¿Cómo reaccionar ante un escrache?

Las entidades profesionales argentinas coinciden respecto de cómo debe actuar los veterinarios ante un escrache: no tolerar las injusticias y tomar acciones legales. Es necesario aclarar que los delitos contra el honor son figuras penales que se pueden perseguir únicamente por medio de la instancia privada. Esto significa que solo el damnificado puede presentar una querella contra quien lo haya injuriado.
En este sentido, Rinaldi insiste que, ante un escrache, lo mejor es seguir los protocolos que se difunden a través de Consejos y Colegios (Ver recuadro). Según su experiencia, si se actúa como está indicado, se logra que el agresor borre el contenido injurioso, aunque aclara que “el daño ya está hecho, eso ya no se borra, es irreparable”.
Walter López, por su parte, aconseja actuar con tranquilidad y asesorados. “Los veterinarios deben reclamar ante la justicia constatando el escrache a través de un letrado. Por otra parte, la persona que se sienta defraudada puede acudir al Colegio o Consejo Veterinario y a la justicia, dependiendo de cuál sea el problema. Lo importante es que las partes entiendan que ninguna red social va a solucionar el problema”, aseguró.
El vicepresidente del Colegio cordobés también hace notar que, si bien es trabajoso, reaccionar da resultados: “Nuestros datos son favorables si los comparamos con los de hace 3 años. Varios matriculados respondieron a agresiones en redes sociales a través de la justicia civil y penal y eso marcó un antes y un después. Creemos que hoy las personas se toman más tiempo para pensar a quién van a acusar, de qué y por qué camino”.

El rol de los Colegios

Los Colegios y Consejos, si bien no pueden actuar de oficio ante un agravio, vienen tomando cartas en el asunto desde hace un tiempo. Por su parte, el Colegio de Buenos Aires tiene un protocolo de actuación frente a difamaciones públicas publicado en www.cvpba.org desde 2017, a lo que se ha sumado también una carta documento tipo para usar en estos casos. Desde entonces fueron varios los colegios que han publicado protocolos de acción.
Walter López entiende que, si bien la solución la tiene que ofrecer la justicia, “las instituciones tenemos la responsabilidad de brindar a los colegas las herramientas necesarias para que ellos puedan avanzar”. Otro de los ejes de actuación de los colegios y federaciones ha sido la comunicación con la sociedad en general para frenar las agresiones y aportar las herramientas para que, en caso de sentirse víctima de maltrato o mala praxis por parte de un veterinario, sepan cómo canalizar esa demanda.
Una de esas acciones ha sido la campaña “Decimos no a la violencia”, acompañada por veterinarios de todo el país. También han publicado cartas, notas y solicitadas explicando la problemática, ofreciendo herramientas a los profesionales y convocando a la sociedad a no incurrir en delitos impulsados por el dolor o el desconocimiento.
Desde el Colegio de Córdoba se organizan jornadas de capacitación sobre cómo actuar en estos casos. “Nuestros disertantes son especialistas en derecho informático y gracias a su impecable labor nuestros colegas se sienten contenidos”, subrayó López.
Desde el Colegio de Buenos Aires, Osvaldo Rinaldi comentó que, junto a FeVA y FECOVET buscan consensuar con el Estado Nacional algún tipo de regulación y acordaron trabajar en conjunto para interactuar con los organismos nacionales y las empresas internacionales como Facebook para avanzar en la solución de un problema que cada vez genera más preocupación a los profesionales de todo el país.

¿Cómo actuar ante un escrache en las redes?

En base a la información enviada a MOTIVAR desde la FeVA y el Colegio de Buenos Aires, si un veterinario es víctima de calumnias e injurias a través de redes sociales o medios de comunicación, estos son los pasos a seguir:

  1. Comprobar el hecho. Es necesario recurrir a un escribano que constate los hechos y haga copias de las pantallas que serán adjuntadas al acta debidamente certificadas.
  2. Es recomendable contar con testigos que hayan constatado las difamaciones.
  3. Solicitar a los administradores de las redes sociales que eliminen las publicaciones y comentarios ofensivos.
  4. Enviar carta documento a las personas que le han proferido los agravios para que se rectifiquen por los mismos medios que han utilizado para denostar.
  5. Radicar la denuncia penal siempre y cuando sea posible identificar al sujeto autor.
  6. Iniciar juicio civil para la reparación de los daños si se cuenta con las pruebas.

CÓDIGO PENAL: Delitos contra el honor

Artículo 109.- La calumnia o falsa imputación a una persona física determinada de la comisión de un delito concreto y circunstanciado que dé lugar a la acción pública, será reprimida con multa de pesos tres mil ($ 3.000.-) a pesos treinta mil ($ 30.000.-). En ningún caso configurarán delito de calumnia las expresiones referidas a asuntos de interés público o las que no sean asertivas.
Artículo 110.- El que intencionalmente deshonrare o desacreditare a una persona física determinada será reprimido con multa de pesos mil quinientos ($ 1.500.-) a pesos veinte mil ($ 20.000.-).
En ningún caso configurarán delito de injurias las expresiones referidas a asuntos de interés público o las que no sean asertivas. Tampoco configurarán delito de injurias los calificativos lesivos del honor cuando guardasen relación con un asunto de interés público.

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