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A LA TECNOLOGÍA HAY QUE HACERLA FUNCIONAR

¿Cuál es el impacto del barro en la menor ganancia de peso de la hacienda?”

Los MV Luis Rhades y Fernando Grippaldi evalúan cuáles son las posibles soluciones para los problemas que ocasiona el barro en los feedlots, en una nueva edición de MOTIVAR Live.
Motivar | Facundo Sonatti
Por Facundo Sonatti 1 de diciembre de 2021 - 00:43

La disminución de la ganancia de peso vivo en animales confinados, ante la presencia de barro, puede ser del 7 al 30% e incluso llegar al 50%, si se considera el aumento de los requerimientos necesarios para movilizarse y poder llegar tanto al comedero como al bebedero. Ante la contundencia de estos datos elaborados por un equipo de médicos veterinarios en pos de dilucidar cuál es el dilema entre gastar o invertir, en una nueva edición de MOTIVAR Live, dos de sus miembros y promotores aportaron algunas hipótesis sobre las causas de este fenómeno y sus posibles soluciones.
Luis Rhades del INTA Anguil y el asesor privado, Fernando Grippaldi, compartieron su análisis durante 40 minutos haciendo hincapié no sólo en medir y aplicar tecnología sino también en la necesidad de planificar y capacitarse para lograr los cambios.

Una mirada integral

“A las tecnologías de insumos que existen hoy en la ganadería hay que sumarle otra que es la de procesos. Es decir, a la tecnología hay que hacerla funcionar”, sentencia Rhades sin medias tintas.
“Hay un marcado recambio generacional en el sector agropecuario y, en especial, en el ganadero, que generó un auge de la ganadería inteligente o de precisión y esto significa hacer un uso eficiente de los recursos, en el manejo del forraje”, agrega el especialista asentado en La Pampa. Y suma: “hay que ver a los animales como cosechadoras eficientes y para eso es clave que el productor le de las pautas para elevar la performance y así ver resultados en los kilos de carne por superficie”.
Para su colega radicado en San Luis, “la vaca se preña por la boca”.

“Hoy no nos podemos dar el lujo de estar perdiendo ni siquiera $500 en el feedlot”. MV Fernando Grippaldi, asesor privado.

A su vez, sostiene que, si la disponibilidad forrajera no se maneja bien no seremos eficientes y los números no van a acompañar. “Al no hacer las cosas bien no solo pierde el productor, sino toda la cadena. No podemos darnos el lujo de seguir perdiendo o trabajando con rentabilidades negativas”, recomienda Grippaldi.
A la hora de hacer pie en los engordes a corral, Rhades asegura que, en aquellos casos donde no se planifica, queda en evidencia la presencia del barro donde el animal no puede ni siquiera descansar.
Ese sería solo el comienzo del problema, porque en aquellos casos que se mueren dos terneros, por solo dar un ejemplo, se pierde -solo por el precio de reposición- más de $100.000.
“Si bien se pierde un ser vivo, el mismo tiene un valor y muchas veces no se pone ese número sobre la mesa”, refuerza.
Al parecer, hay dos tipos de “feedloteros”: aquellos que planifican y los que claramente no. “Muchos productores se convirtieron de criadores a recriadores y, de ahí, avanzaron al ciclo completo en corrales amplios con silos de autoconsumo, entre granos y concentrado. Son los que terminan animales livianos”, describe el MV de San Luis que, a su vez, señala que allí es donde queda en evidencia la falta de planificación. “Fueron creciendo y no se dieron cuenta que la pendiente les quedó para otro lado o el tanque de agua es muy pequeño”, ejemplifica. Del otro lado están los feedlots profesionales que suelen hacer animales más pesados tanto de consumo, como exportación.

El rol empresario

“No es lo mismo productor que empresario”, resalta Rhades y marca la diferencia quebrando lanzas por aquellos que se convierten en los segundos: “miden, planifican y evalúan los gastos e inversiones”, sintetiza.
Para Grippaldi, “un número calla mil palabras”. El profesional comparte que, el productor quiere ver resultados al aplicar la tecnología ya sea en manejo, sanidad o en cualquiera de las variables que intervienen a la hora de producir. “Cuando le explicas que tal o cual plan sanitario o la ración que le tenes que dar van a funcionar, siempre sin olvidar la capacitación, tenes que decirle que primero hay que dejar de perder o al menos recuperar lo que dejamos de ganar y recién ahí pensar en cómo ganar más”, analiza el profesional. Y sentencia: “hoy no nos podemos dar el lujo de estar perdiendo ni $500 en un feedlot”.
Asimismo, en palabras del hombre del INTA Anguil, hay terminología que se debe desterrar y se tiene que incorporar un único concepto: alimento.
“Somos responsables, desde el veterinario, pasando por el productor y hasta el operario, en la cadena de producción de alimentos más allá de si en la zona geográfica prevalece la cría o el engorde”, precisa Rhades que aclara que también se está trabajando en ese sentido.
“Aquellos que demandan alimentos son cada vez más exigentes y es por eso que tenemos que elevar el estatus del bienestar animal al punto tal que los comederos de los animales deben estar en condiciones como las que pudiera llegar a consumir un ser humano. Esa ración que le damos al vacuno va a terminar siendo la carne en el plato de los consumidores alrededor del mundo”, comparan a dúo.
Es así que el mayor desafío que tiene el sector hoy y, en especial los asesores, es la capacitación.
“Es muy importante para toda la cadena no solo la formación de los recursos humanos sino de los humanos con los recursos de la cadena. Eso generará una diferencia cualitativa y competitiva en las empresas del sector versus aquellas que no incorporan esa capacitación”, señala Rhades uno de los grandes diferenciales en estos tiempos.

“Hay mayor apertura a poner los cambios en práctica”

“Los médicos veterinarios más jóvenes vienen con una empatía más grande tanto con los productores como empresarios jóvenes y notamos que hay una mayor apertura a escuchar y poner los cambios en práctica. Eso es una buena noticia”, señala el MV Luis Rhades, desde el INTA Anguil en lo que fue una nueva edición de MOTIVAR Live.
En esta oportunidad lo acompañó el asesor privado y también médico veterinario, Fernando Grippaldi, que pone en términos gráficos cómo los cambios pueden ser posibles: “no hace mucho, se burlaban por el uso de banderas, hoy, todo el mundo las adoptó. Sabemos que el trabajo en la manga de por sí es invasivo, pero hay que intentar hacerlo de la mejor manera posible para que el animal sufra lo menos posible”.
La nueva camada de veterinarios viene con otra impronta, en eso coinciden ambos. Para Grippaldi, asentado en la provincia de San Luis, los profesionales ahora entienden que les dará más de comer un Excel, que un lazo. “Hay que demostrarles a los productores que es posible trabajar de otra manera y obtener incluso mejores resultados. Al productor se le puede entrar por los números y al operario en el manejo, pero también sabemos que esos cambios llevan años, la clave está en la comunicación”, concluye.

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